En marzo se cumplen dos años del inicio de la pandemia en Europa. En esos días se comenzaron a detectar los primeros casos y a las pocas semanas la crisis sanitaria provocó la aplicación de medidas restrictivas que limitaban nuestra actividad personal y profesional. Dos años del momento en que la vida tal y como la conocíamos cambió y que nos sigue afectando hoy día. Desde entonces nuestro estilo de vida y las formas de trabajar, de relacionarnos y de entender la vida se han visto alteradas. Esta situación y su dilatación en el tiempo ha provocado en muchas personas fatiga pandémica, que afecta también y de una manera muy concreta a la emigración que reside lejos de casa.
Qué es la fatiga pandémica
La Organización Mundial de Salud (OMS) define la fatiga pandémica como la desmotivación para seguir las conductas de protección recomendadas que aparece de forma gradual en el tiempo y que está afectada por diversas emociones, experiencias y percepciones, así como por el contexto social, cultural, estructural y legislativo. No está considerada como una enfermedad, pero padecerla puede tener graves consecuencias en la vida de las personas.
En las consultas de apoyo psicológico la pregunta sobre cómo ha interferido la pandemia en la vida de las personas que acuden a terapia resulta estar a la orden del día. Las repercusiones que ha desencadenado son múltiples y atienden a cuestiones personales.
Cómo afecta la fatiga pandémica a los y las emigrantes
A pesar de que se trata de un virus que ha afectado a la población mundial en su totalidad, las restricciones y los confinamientos han variado en función de los países. Algunos optaron por confinamientos estrictos que implicaban la imposibilidad de salir de casa, límites horarios y tiempos restringidos para salir a pasear, uso obligatorio de mascarillas en interiores y en lugares públicos, toques de queda, etcétera.
Sin embargo y pese a estas diferencias, todos hemos vivido las consecuencias emocionales. Y en concreto, en el caso de los y las emigrantes además, se han experimentado otras complicaciones añadidas como el miedo a enfermar lejos de casa, el miedo a que los familiares enfermen, la angustia de que algo pueda pasar y que no se pueda viajar con facilidad o el miedo a no poder volver a España.
Todo esto puede generar sentimientos de desesperanza, tristeza, desánimo o desmotivación, así como incrementar en muchas ocasiones el deseo de regresar al país de origen. Puede ocurrir también que quien sufre la fatiga pandémica sienta un gran vacío en su interior, con miedos y/o preocupaciones sin causa aparente, o que necesite contactar con mucha frecuencia con sus familiares a lo largo del día para saber qué tal están.
Esta sintomatología puede agravarse por lo que, si lo necesitas, te recomendamos acudir a un/a profesional. Desde nuestro servicio de apoyo psicológico, ofrecemos ayuda a todas aquellas personas que están pasando por un momento difícil. Si te sientes identificado/a con lo señalado en el artículo, o te encuentras pasando una época complicada, rellena el formulario a continuación y uno/a de nuestros/as psicólogos/as se pondrá en contacto contigo.