La emigración suele ir acompañada de la incertidumbre. Llegar a un nuevo lugar, conocer gente nueva y desenvolverse en un entorno diferente puede traer consigo ansiedad, miedo y estrés. En estos últimos meses, a esta experiencia se han sumado nuevos factores externos que han agravado esa sensación de incertidumbre y que afectan directamente a la salud mental de los emigrantes y a su decisión de regresar.
Retornar como un proyecto de futuro
La crisis de 2008 impactó en el mercado de trabajo global y España sufrió especialmente las consecuencias. Esto forzó a un buen número de españoles y españolas a emigrar en busca de mejores oportunidades, principalmente a países europeos como Alemania, Reino Unido, Francia o Países Bajos.
Durante estos años fuera, han desarrollado un proyecto de vida y una carrera profesional en el exterior, al tiempo que muchos de ellos siguen con la mirada puesta en casa, echando en falta a sus familiares y amigos, su cultura o su clima.
Retornar, para muchos de ellos, nunca ha dejado de ser una opción. Sin embargo, el recuerdo de la España que dejaron atrás y las expectativas sobre su futuro han retrasado la vuelta de muchas personas, buscando siempre un momento ideal que nunca llega.
La pandemia como punto de inflexión
En marzo de 2020 este planteamiento estalló por los aires. Hasta ese momento, la posibilidad de viajar a España para reencontrarse con su hogar era algo factible. Coger un avión desde Londres y estar en tres horas en casa era algo frecuente y ayudaba a mantener el vínculo con el lugar de origen. Con la llegada de la COVID-19 se interrumpió toda posibilidad de desplazamiento y las medidas de confinamiento aceptaron a la salud mental de todos, también de los emigrantes que estaban fuera.
La pandemia supuso un antes y un después en la manera de entender el mundo y encarar la vida. La distancia, mayor que nunca, unida a la preocupación por los seres queridos y el aumento de la sensación de incertidumbre por lo que pudiera pasar provocaron en muchas personas la aparición o desarrollo de sintomatología ansiosa o depresiva.
Dos años después hemos conseguido salir de la situación de alarma creada por la pandemia. La incidencia y el número de casos de COVID-19 disminuyen y poco a poco vamos recuperando la normalidad en nuestras vidas. Los emigrantes vuelven a viajar y a visitar a sus familias.
Pero, a pesar de esta mejora, nuevas amenazas han vuelto a desestabilizar emocionalmente a muchas personas. ¿Qué va a suceder en los próximos meses? De nuevo damos paso a una época de incertidumbre.
Los inicios de una nueva época de incertidumbre
La invasión de Ucrania, la crisis energética y la inestabilidad económica han desencadenado nuevos miedos. Por ejemplo, algunos emigrantes que residen en Alemania nos trasladan la incertidumbre existente en el país por el abastecimiento energético y por el cambio de rumbo en la agenda climática alemana, que ahora regresa al carbón ante la falta de suministro ruso. Esto prevén que pueda tener efectos en el mercado de trabajo y, si en Alemania encontraron la oportunidad que necesitaban años atrás, ¿a dónde van a ir ahora? Muchas personas se plantean entonces si les compensa o no continuar su etapa en el extranjero. Esta sensación de vulnerabilidad se suma al desgaste emocional generado por la pandemia.
¿Necesitas ayuda para hacer frente a esta situación?
Si sientes que estás atravesando un momento de mayor fragilidad emocional o te sientes abrumado/a por lo que sucede a tu alrededor y no sabes cómo gestionarlo, no dudes en pedir ayuda. Y si quieres solicitarla a nuestro equipo de psicólogos, puede hacerlo a través del siguiente formulario.