"Busquemos a Augusto".
Esta frase nos la hemos repetido una y otra vez como un mantra cada vez que hemos empezado a colaborar con una Administración Pública durante estos años. Tiene su origen en 2017 en el marco del Plan de Retorno a Castilla-La Mancha, donde el protagonista de la misma tuvo un papel fundamental para el éxito del programa.
Recuerdo bien la primera vez que vi a Augusto Ruiz. Fue a a principios de 2017 en una de las reuniones que tuvimos entre Volvemos y Francisco Rueda, entonces Viceconsejero de Empleo y Relaciones Laborales de la Junta de Castilla-La Mancha, y su equipo. De entre todas las personas que allí se dieron cita, nos llamó la atención un hombre amable, que preguntó por nuestro proyecto con una curiosidad sincera, carente de juicio. Era Augusto, el Jefe del servicio de intremediación de la Viceconsejería de Empleo. Cuando salimos de aquella reunión no lo sabíamos, pero habíamos encontrado un importante aliado.
En aquel entonces ninguna administración, a excepción del Ayuntamiento de Valladolid, hacía políticas de retorno. Tal y como nos confesaron Paco Rueda y Augusto Ruiz posteriormente, el escepticismo interno sobre nuestra propuesta era grande dado que las experiencias anteriores de otras administraciones autonómicas en programas de retorno eras nefastas. Nosotros les dijimos que lo sabíamos, y que sabíamos en qué habían fallado esas experiencias previas. Que podíamos hacerlo mejor. Y nos creyeron.
Los meses posteriores fueron una bendita locura, en la cual diseñamos entre el equipo de Volvemos y el Servicio de Intermediación de la Junta de Castilla-La Mancha, el germen de todo lo que ha venido después. Augusto nos abrió la puerta de su despacho y nos dió el crédito que aún no nos habíamos ganado. Se puso en nuestras manos y, a la vez, defendió y lideró un proyecto que, a día de hoy, continúa en funcionamiento y que ha ayudado a 761 manchegos en su camino de vuelta a casa. Montó un equipo de asesores a los que, con formaciones, eventos y una buena dosis de empatía, hizo creer en el proyecto tanto como él.
Les voy a confesar un secreto: ninguna política pública se puede crear con éxito sin funcionarios que se la crean, la defiendan internamente y estén dispuestos a trabajar muy duro para que salga adelante.
Desde la experiencia de Castilla-La Mancha, donde descubrimos la importancia de una figura como la de Augusto, nos propusimos en todos los proyectos que vinieron después identificar al Augusto de cada Administración. Pero, aunque cueste reconocerlo, no siempre es posible, porque no siempre lo hay.
Habían pasado un par de años desde aquella primera reunión en Toledo y recibimos la llamada del Instituto Aragonés de la Juventud. Una vez más nos confabulamos para "encontrar al Augusto" que pudiera liderar al equipo, que creyera en el proyecto y lo empujara. Y vaya si lo encontramos. En este caso, Augusto se llamaba Elena, Elena Batanero.
Elena Batanero es la persona que mejor ha entendido las políticas de retorno en España en los últimos seis años. Ha sabido hacer de la necesidad virtud y levantar un programa de retorno, Aragón Retorno Joven, que ha marcado el camino al resto de programas a lo largo de la geografía española. A día de hoy el programa ha atendido a 602 aragoneses.
Elena es la autora de la frase "esto va de caras, no de números" que resume a la perfección el espíritu de las políticas de retorno. Ella fue la primera que vió el apoyo psicológico como un servicio de los programas de retorno y la primera en incorporarlo. Aragón Retorno Joven es, a día de hoy, el programa que mejor ha sabido vehicular la participación de las empresas en este tipo de planes. En Volvemos, que nos preciamos de ser rápidos y flexibles, hemos de reconocer que por momentos, Elena y su equipo (del que destacamos a su inseparable Pilar Cáncer) han maniobrado con una agilidad que hasta a nosotros nos ha sorprendido. "Elena es la Messi del retorno" se ha llegado a oír en alguna reunión. Y es verdad.
La semana pasada nos enteramos que tanto Augusto como Elena abandonan sus puestos de trabajo para emprender nuevas aventuras y que, por tanto, dejarán de liderar sus respectivas iniciativas autonómicas. Es una sensible pérdida para las políticas de retorno y para el trabajo de Volvemos. Además de ayudar a que tanto los castellano-manchegos como los aragoneses tengan más fácil volver a casa, han contribuido de una manera decisiva a crear una conciencia sobre la necesidad de la existencia de políticas para los emigrantes. Porque los emigrantes siguen siendo ciudadanos, aunque no están fisicamente. Y tienen derechos.
Por encima de todo, Augusto y Elena son dos buenas personas que representan para Volvemos la era dorada de los programas de retorno en España, cuando soñamos (como diría Tolkien) con tener un programa en cada Comunidad Autónoma y uno nacional "para gobernarlos a todos".
Augusto, Elena, no os deseamos suerte porque no la necesitáis, pero sí os damos las gracias por vuestro increible trabajo.