Si te fuiste, vuelves mejor

7 Feb 2016
Sebastien Sanz
El valor añadido de una experiencia en el extranjero es muy apreciado por las empresas

¿Por qué las empresas valoran tanto una experiencia en el extranjero? La adquisición de un talento especial tiene que ver con una plusvalía personal, profesional, técnica y lingüística. En este post nos centraremos en lo que he percibido en mis más de 15 años trabajando como “cazatalentos” y considero como el aspecto más destacable de una experiencia en otro país: hacerse mejor persona.

Una de las cosas que más preocupan cuando se está trabajando fuera del país de origen durante varios años es saber si volveremos algún día, y si la vuelta se hará en buenas condiciones laborales y económicas. 

En Volvemos me esforzaré en explicaros cómo transformar esa preocupación en una oportunidad, para que vuestro retorno se haga en unas mejores condiciones de las que hubieráis tenido sin la experiencia migratoria. 

Para ello, lo primero que recomiendo hacer es balance de los pluses adquiridos por el hecho de haber vivido y trabajado lejos de casa. Os animo a poner en valor los cambios que han transformado positivamente vuestros valores personales y empresariales. Voy a enumerar los principales que suelo detectar y apreciar como reclutador. El valor inicial es más bien de tipo personal, y viene acompañado, entre paréntesis, de su vertiente profesional/empresarial, para explicaros la relación directa entre ambos:

Valentía (capacidad de asumir riesgos): el abandono de lo conocido hacia lo desconocido siempre fomenta aprensión, resistencia y supone salir de la zona de confort, con muchas preguntas e incertidumbres sobre lo que va a pasar.

Humildad (adaptabilidad): cuando uno se cambia de país ya se habrá informado sobre su cultura y los hábitos de su gente, pero seguramente no de lo más importante, que además no está escrito en los libros ni en Internet: el famoso tacit knowledge, tan determinante para sentirse integrado y capaz de relacionarse como uno más con los locales.

Paciencia (perseverancia): captar un nuevo código cultural y construir una nueva forma de vida no se produce rápidamente. Todo lo que hemos aprendido tiene que resetearse (o por lo menos relativizarse) para aprender nuevas costumbres y formas de ser.

Madurez (altura de miras): tras unos años pasados en el extranjero nos damos cuenta de dónde venimos y dónde estamos, pero sabemos que no estamos ni en un lugar ni en el otro, y como consecuencia aprendemos a opinar con más distanciamiento y tolerancia.*

Sociabilidad (generosidad): al principio de nuestra fase de integración, al encontrarnos solos y rodeados de personas que no entendemos (o no del todo), tendremos una obligación de socializarnos, de crear nuestra red de nuevos amigos, y valoraremos mucho a los que nos prestarán ayuda, a los que se ofrecerán sin tener que pedirles nada.

Idiomas (interculturalidad): el conocimiento adquirido de otro idioma será por supuesto una ventaja en muchos procesos de selección, pero la adquisición de las competencias multiculturales mencionadas antes será casi más determinante (una cosa es hablar francés y otra es saber cómo son los franceses, cómo suelen trabajar, lo que les gusta o no les gusta, etc.)

Determinación (ambición): sin duda ninguna emigrar es un proceso de superación y tenacidad que muchos comparan a una lucha donde se empieza desde cero. Por eso, cuando se consigue nos llena orgullo, de confianza en nuestras posibilidades, y nos hacemos más ambiciosos para el futuro.

Por todos esos motivos el hecho de haber vivido uno, dos o diez años en el extranjero siempre se traduce en una experiencia impactante y formadora. Las multinacionales lo saben perfectamente, y por eso ponen en marcha los programas "Trainee" o "Junior Managers Program" para sus mejores talentos recién licenciados, con los que durante los primeros años les hacen viajar a muchos países donde tienen sedes, antes de proponerles un puesto con altas responsabilidades.

Pero disponer de una experiencia internacional no es suficiente, hay que saber venderla como un gran valor añadido. Ayudaros a hacerlo será precisamente uno de nuestros propósitos con este proyecto. 

* Os recomiendo leer al respecto este post de Diego, uno de los fundadores de esta plataforma:
Desintegrándome en Alemania 

 

Comentarios

Espero que sea así, pues cuando vuelvan los emigrantes, España será otro mundo.

Me encanta el blog, contad conmigo. Sin duda he encontrado lo que buscaba y os doy la enhorabuena por la iniciativa.
Ya he reenviado vuestra página a otras compañeras ingenieras también emigrantes como yo que también desean volver.

totalmente de acuerdo, a lo largo de estos anhos fuera de espanha me he estado comparando con mis amigos que se han quedado en Espanha, y todo lo descrito aqui me he dado cuenta como yo he "sufrido" esa evolución.
Enhorabuena por esta iniciativa! ya he compartido también con otros companheros emigrantes este enlace!

Pienso que transformar la preocupación en oportunidad no es tan fácil como se propone en este artículo. La mayoría de la gente que estamos fuera hemos venido con la ilusión de ser esta una experiencia con un principio y un fin, que con el tiempo se ha ido transformando en una especie de lo que yo llamo "cárcel de la dignidad". Explico: no se trata de que no puedas volver como tal, se trata de que si vuelves renuncias a unas condiciones dignas de trabajo y de vida en el 80% de los casos. Cuando yo digo que no nos dejan volver, que aunque queramos no podemos, la gente me dice que eso es mentira, que sí que podemos, pero que somos unos señoritos, que nos hemos acostumbrado a lo bueno. Yo no quiero ser mediocre, no quiero que me obligen a serlo. Esa es la cárcel de la dignidad. Por supuesto que eres consciente de lo que te ha costado la adaptación, el idioma, el cambio cultural, las temperaturas, las comidas, las amistades, y eres muy consciente de tu potencial, de lo que has ganado, de lo que vales y de todo lo que puedes ofrecer que otros muchos no pueden. Pero eso sólo hace que la cárcel de dignidad te apriete un poco más... quieres volver a casa y ofrecer lo que tienes, pero a cambio de qué?!

Qué gran verdad eso de la "carcel de la dignidad", Laura. Qué bien reflejado me veo en ese concepto, y qué incomprendido me siento a veces.

Es muy duro vivir fuera de España y volver tampoco es fácil pero hay que intentar siempre nuevas vías y luchar por nuevas oportunidades. Mi experiencia ha sido de niñeras

y al volver al menos he ganado un segundo idioma reforzado.

Estoy de acuerdo con el artículo en cuanto al incremento de habilidadades, no tanto en cuanto a la valoración de estas por los empresarios. Lo que me encuentro haciendo entrevistas es un gran recelo a lo hora de tocar el aspecto económico. Sí que ese recelo me ha cerrado puertas no pudiendo ni siquiera acceder a entrevistas. La evolución de los salarios en la última década y la precariedad general del mercado de trabajo no ayuda al retorno. Uno también aprende a estimarse a uno mismo.