Invierno. Para muchos emigrantes, especialmente aquellos que viven en países del norte de Europa, es la época más dura del año. La oscuridad, el frío, la falta de actividad al aire libre o acabar la jornada laboral de noche. Día tras día. El invierno afecta al estado de ánimo de forma negativa, trayendo consigo el conocido como Trastorno Afectivo Estacional, agravado aún más por vivir lejos de casa.
Durante el invierno nuestro estado de ánimo decae, el sentimiento de tristeza nos inunda sin saber por qué, no nos apetece tanto pasar tiempo con amigos o familiares, nos aislamos, perdemos el interés con mayor rapidez y/o nos cuesta concentrarnos.
La presencia de estos síntomas es habitual (según la Revista de la Asociación Española de Neuropsiquiatría una de cada diez personas los sufren). Esto se conoce como tristeza de invierno. Y cuando los síntomas se agravan o perduran en el tiempo pueden derivar en un Trastorno Afectivo Estacional.
¿Qué es el Trastorno Afectivo Estacional (TAE)?
El TAE (más conocido por el término depresión estacional o por sus siglas en inglés SAD) es un tipo de depresión que varía según la estación del año en la que nos encontremos. A pesar de que se desconocen las causas exactas que producen este fenómeno, los expertos apuntan a que es una modificación del estado de ánimo causado por la disminución de luz solar que recibe el cuerpo durante el invierno. Igualmente, hay estudios que apuntan a la influencia de factores genéticos en el desarrollo del trastorno. El psiquiatra y científico Rosenthal, fue el primero que en 1984 acuñó el término TAE para referirse a dicha sintomatología.
Los síntomas comienzan, por lo general, al finalizar el otoño y comienzos del invierno, y tiene especial incidencia en los países del norte de Europa, como los países nórdicos, Alemania y Austria entre otros.
Piensa en cuando estás en el avión, rumbo al país en el que resides, y observas por la ventanilla un cielo despejado y de un intenso color azul. Conforme el avión desciende para aterrizar, comienzas a apreciar una nube gris que cubre la ciudad. En muchos casos estas nubes te van a acompañar durante días. Esta sensación plomiza y opresiva, propia de los días grises y lluviosos, afecta emocionalmente a muchas de las personas que emigran.
Se ha demostrado que la latitud no es el único factor determinante en este tipo de situaciones. El clima, la dieta, los factores socio-culturales y genéticos son elementos que pueden ayudar a desarrollar esta condición. En concreto el clima condiciona nuestras vidas y nuestra forma de ser. Muchas personas procedentes de países mediterráneos que emigran a lugares con climas más fríos sufren estos síntomas con mayor intensidad por no estar acostumbrados a inviernos tan duros. Además, el estudio realizado por el Hospital Universitario de Basurto de Bilbao y el Departamento de Psiquiatría de la Universidad de Illinois-Chicago señala que tiene un mayor impacto entre las mujeres (dos de cada tres casos corresponden a mujeres).
Algunos de los síntomas más frecuentes son:
- Cansancio recurrente con baja energía
- Aumento de apetito y aumento de peso
- Disminución de la capacidad de concentración
- Ganas de dormir en exceso
- Aislamiento social
- Irritabilidad
- Tristeza
- Ansiedad
Es importante identificar y tratar de forma adecuada estos síntomas ya que, en caso contrario, podrían volver a aparecer con la llegada del próximo invierno. En Volvemos, desde nuestro servicio de apoyo psicológico, atendemos también consultas relacionadas con la depresión de invierno. Si lo deseas, puedes reservar una consulta rellenando el formulario a continuación.