Tal como hicimos en Dublín meses atrás, en junio nos hemos reunido en Bruselas los miembros de la red ERMiNe. Un destino que no es casual. Lo hemos hecho allí para visitar el corazón de la Unión Europea, reunirnos con representantes de diferentes organismos europeos y poder trasladarles nuestro trabajo y vuestras necesidades. Ahora que ya estamos de vuelta, te contamos más detalles en las siguientes líneas y nuestras reflexiones tras estos días, algunas de ellas reveladoras.
Conocemos de cerca las instituciones europeas y su relación con la diáspora
Durante la semana que hemos estado en Bruselas hemos tenido reuniones con representantes de diferentes instituciones europeas. La más destacada por sus ámbitos de trabajo que tiene es la DG EMPL (Directorate-General for Employment, Social Affairs and Inclusion). Este organismo es responsable, entre otros, de las políticas de empleo, movilidad laboral y políticas de inclusión. Además, hemos tenido encuentros con responsables de ELA, la European Labour Authority, que es a su vez la responsable de EURES, que seguro que te suena algo más.
También hemos conocido el trabajo de otros organismos como SOLVIT, que se encarga de resolver conflictos bilaterales que afectan a ciudadanos y empresas, el ICMPD, el International Centre for Migration Policy Development, una entidad independiente, financiada por algunos países, que se encarga de desarrollar proyectos para el desarrollo de algunas regiones del mundo siempre en relación a la migración, o la IOM, la International Organization for Migration.
Esta ronda de contactos es realmente interesante para conocer las prioridades de estas instituciones y su trabajo en relación a la migración y el retorno. Si llegas al final de este post verás nuestras reflexiones al respecto.
Igualmente, participamos en la Conferencia anual de ECAS, The European Citizen Action Service, donde se abordaron los retos a los que se enfrenta Europa en el contexto actual.
Trasladamos nuestro trabajo y vuestros intereses a un plano europeo
Siempre que hemos tenido oportunidad y en cada uno de estos contactos hemos presentado ERMiNe y a las entidades que formamos parte de la misma. Al mostrar nuestro trabajo hemos visto la sorpresa y curiosidad de todos ellos. ¿Por qué? Aquí viene el punto crítico de este viaje. Es algo que ya sabíamos en Volvemos pero no imaginábamos hasta qué punto es importante para la legislación europea: vosotros no sois migrantes a ojos de la Unión Europa.
Uno de los pilares fundamentales de la UE es la libre circulación de personas, capitales y mercancías. Eso significa que, como ciudadanos europeos, podemos mudarnos de un país a otro sin necesidad de visados o permisos especiales. Es, sin duda, uno de los grandes logros de la integración europea. Pero esta misma libertad tiene una cara menos visible: si un ciudadano español se traslada a Alemania, Bruselas lo considera movilidad, no migración. Es como si, al cambiar de casa dentro del mismo vecindario, nadie percibiera que también dejas atrás tu vida, tu entorno, tus vínculos.
Esta clasificación técnica tiene consecuencias muy concretas. Si esa persona decide regresar a España, tampoco será considerada como retornada. Por tanto, ninguna de las políticas migratorias que se desarrollan a nivel europeo tiene en cuenta su situación. Es una realidad que afecta a millones de personas y, sin embargo, está fuera del radar legislativo europeo.
Cuando en Bruselas se habla de migración, se piensa en ciudadanos de terceros países: personas que vienen de fuera de la Unión Europea o que están en Europa y quieren regresar a su país de origen. Solo en esos casos se habla de migración o de retorno. En cambio, los desplazamientos dentro de Europa se camuflan bajo el término “movilidad”, invisibilizando las dificultades reales de quienes también han hecho las maletas, aprendido otro idioma, encontrado otro trabajo y construido una nueva vida lejos de su país.
Como decíamos, esto es limitante y reduce las políticas de retorno a las decisiones políticas de cada Estado miembro, sin tener una estrategia común. De este modo, los ciudadanos irlandeses en el exterior pueden estar contentos porque su país tiene una estrategia específica para su diáspora, mientras que otros no tenemos tanta suerte.
En este sentido, hemos trasladado vuestros problemas a las autoridades con las que hemos hablado para poner de manifiesto la necesidad de legislar también para la diáspora esté donde esté.
Continuamos el trabajo de ERMiNe iniciado en Irlanda
Uno de los objetivos del viaje es, como no, poder reunirnos todas las entidades que formamos parte de la red de manera presencial, algo que no es fácil teniendo en cuenta que la misma está formada por organizaciones de Alemania, España, Polonia, Irlanda, Italia y Letonia.
La intención de este encuentro es seguir avanzando en nuestro trabajo común. De estos días surgen nuevas oportunidades, como la posibilidad de desarrollar nuevos proyectos en relación a la migración o la búsqueda de nuevas vías de financiación. También los contactos generados estos días nos ayudarán en nuestro trabajo de defensa de vuestros derechos pudiendo incorporar nuevas herramientas a nuestro trabajo diario.
Nos veremos de nuevo en unos meses en Berlín para cerrar esta fase del proyecto y establecer los siguientes pasos para continuar la necesaria labor del proyecto.
Reflexiones tras el viaje
Ya hemos avanzado algunas de las reflexiones en párrafos anteriores. Nuestra conclusión principal es la falta de conciencia a nivel europeo de la propia migración de ciudadanos europeos. Camuflando la migración entre países europeos bajo el término movilidad se está obviando la realidad de millones de personas. Todos ellos son ciudadanos de pleno derecho pero enfrentan situaciones propias de su condición de migrantes que han de ser tenidas en cuenta también por las instituciones europeas, y esto no sucede en la actualidad.
Además, hemos visto que una preocupación recurrente de los representantes europeos es la percepción que tiene la ciudadanía de sus instituciones. En general, son percibidas como algo alejado de la realidad y de los problemas de la ciudadanía. Al tiempo que esto es una preocupación, no hemos visto autocrítica alguna.
Ante esta situación como ya señalamos, parece necesario el papel de entidades como Volvemos, donde llevamos casi 10 años atendiendo a la diáspora española, siendo una parte significativa de la misma aquella que vive en otros países de la Unión Europea. De igual modo, resulta fundamental el papel de los Estados para atender a su ciudadanía en el exterior aunque, como ya sabemos, esto es igual de complicado que hacer una política europea para la diáspora europea.
El proyecto ERMiNe se ha vuelto para nosotros una herramienta muy útil para vehicular estas reivindicaciones y poner nombre a problemas invisibles que ya están ahí, dificultando el acceso de la diáspora a sus derechos, pero que quizá no se perciben como problemas en aquellos organismos que deben legislar para resolverlos.