Los reencuentros son normalmente momentos especiales y emotivos que esperamos con ilusión. Yo regresé de mi aventura en el extranjero hace tres semanas y me había imaginado muchas veces cómo serían estos primeros días en casa. Sin embargo, con la entrada en escena del COVID-19, si dijera que mis expectativas se han visto alteradas me quedaría corta.
No ha habido cenas de bienvenida ni reencuentros con amigos y familiares ni paseos a mis lugares favoritos. Pero, a pesar de todo, he podido empezar -aunque sea desde casa y más lentamente- a construir la vida que quiero tener en mi país, e incorporarme al equipo de Volvemos.org como especialista en comunicación y gestión de proyectos en Barcelona.
De Barcelona a Maastricht
A los 21 años, el mismo verano en que terminé mis estudios universitarios en Periodismo, decidí marcharme a Maastricht, una pequeña ciudad al sur de los Países Bajos. Mis objetivos eran los de seguir formándome y también darme tiempo para averiguar cuáles serían mis siguientes pasos en el mundo laboral. Nunca hubiera imaginado que tardaría casi seis años en volver.
En Maastricht encontré un entorno muy internacional y enriquecedor. Mejoré mi nivel de inglés - lamentablemente, nunca aprendí bien el holandés - y al cabo de un año empecé a trabajar en el European Journalism Centre, una organización dedicada al desarrollo de un ecosistema de medios de comunicación de calidad y resiliente.
El deseo de regresar siempre estaba presente, pero aproveché la oportunidad para crecer profesional y personalmente. Gracias a mi trabajo pude viajar por todo el mundo y descubrir nuevas metodologías de trabajo ágiles, interdisciplinarias y colaborativas. También conocí a un montón de gente que se encontraba en situaciones similares a la mía, aprovechando su estancia en el extranjero pero siempre preguntándose cuándo podrían volver a su país.
El momento ideal nunca llega
Después de cinco años fuera, me di cuenta de que no podía quedarme esperando a que se dieran todas las condiciones para facilitar mi vuelta. Cuánto más tiempo pasas lejos de casa, más profunda es la desconexión con tu tierra, y más inviertes en tu país de acogida.
Sin embargo, dejar atrás todo lo que has construido en tu nueva ciudad y volver no es fácil. Yo le di tantas vueltas como le podía dar y pedí opinión a todo el mundo. Me paralizaba la idea de dar un paso en falso y tirar por la borda el trabajo y esfuerzo de los últimos años. Las barreras que te encuentras son muchas y van desde lo más emocional - como el miedo a que tu regreso se perciba como un fracaso - a las cuestiones prácticas de vivienda o trámites administrativos.
En mi caso, me encontraba en una situación en la que podía arriesgarme a dejar mi trabajo, cómodo y estable, en Maastricht. Sabía que volvería a mi Cataluña natal con un bagaje valioso y con mucho más que ofrecer a las empresas, y a la sociedad en general, que cuando me fui por primera vez. Con eso, también era muy consciente de que mis expectativas profesionales habían cambiado. Quería seguir trabajando con unas condiciones laborales buenas y en algo que tuviera un impacto positivo en mi país.
Al final, y después de ponerlo todo en la balanza y aclarar cuáles eran mis prioridades, tomé la decisión en firme y puse en marcha mi plan de retorno.
Adaptarse y volver a ilusionarse
Ahora vivo mi regreso desde el confinamiento. Estoy experimentando y aprendiendo a poner nombre a todas esas sensaciones contradictorias y desconcertantes que siento - como el choque cultural inverso - y re-adaptándome poco a poco. Aún echo de menos las calles de Maastricht, el horario europeo y que la bici sea el medio de transporte nacional.
Volver y encontrate con un confinamiento total también te deja un poco en el limbo. Volví porque quería poder pensar en un proyecto de vida a largo plazo y en mi país, por el deseo de estar más cerca de mis seres queridos y de disfrutar de los Pirineos, la Costa Brava y el Sol sin tener que coger aviones constantemente. Sin embargo, y como todos, aún tendré que esperar un tiempo para que mis expectativas se conviertan en una realidad.
A pesar de que en estos momentos la incertidumbre lo empaña todo, estoy satisfecha con mi decisión. Me ilusiona trabajar con Volvemos.org para fomentar y facilitar el retorno de tantas otras personas que quieren volver, sintiéndose bienvenidas, y contribuir a mejorar las cosas en su país.