
Cuando hicimos la primera edición del curso de Mentes Migrantes los alumnos solicitaron más información sobre un tema por encima de todos: las segundas generaciones de origen migrante.
Si hay un país en Europa que ha tenido que abordar en su sociedad el fenómeno de las segundas generaciones migrantes, ese es Francia. Francia cuenta con comunidades de migrantes representativas de origen magrebí, africano y caribeño. Muchas de estas personas viven en les banlieues, suburbios de las grandes ciudades que, en los últimos años, han sido un símbolo de las dificultades de integración económica, social y cultural de sus habitantes, la mayoría de ellos, nacidos o crecidos en Francia.
Las tensiones entre la juventud de les banlieues y el Estado han desembocado en disturbios recurrentes. En el año 1998 Francia estaba inmersa en una ola de revueltas que acontecían en las afueras de las grandes ciudades y que ponía en jaque el modelo de sociedad multicultural. A la vez, se estaba disputando la Copa del Mundo de Fútbol en el país. La semifinal, que enfrentó a Francia y a Croacia, acabó con un resultado de 2-1 para los franceses, con dos goles de Lilian Thuram, un migrante de segunda generación nacido en Guadalupe que llegó a Francia siendo un niño. Tiempo después Laurent Fabius, entonces presidente de la Asamblea Nacional de Francia, declaró que Thuram había hecho más por la integración en 90 minutos que muchos políticos en años.
Más allá del poder del fútbol como elemento de unión, Francia es el perfecto ejemplo de un país atravesado por la fallida integración de sus segundas generaciones de origen migrante.
La principal dificultad que enfrentan los migrantes de segunda generación es la construcción de su identidad, un proceso especialmente complicado durante la adolescencia. Crecen en un entorno donde los valores tradicionales de su familia y su país de origen pueden entrar en conflicto con los del país de acogida, lo que genera tensiones y los obliga a navegar entre dos mundos en busca de un equilibrio personal.
Otro de los problemas clásicos de los jóvenes de segunda generación es la presión de cumplir las expectativas de sus padres migrantes, quienes a menudo han sacrificado mucho para brindarles una vida mejor. Las relaciones familiares están condicionadas desde el inicio por esta cuestión.
El racismo y la discriminación es otro de los aspectos recurrentes en la terapia con migrantes de segunda generación, quien, a diferencia de sus padres, son discriminados en su propio país.
Francia ganó el Mundial del año 1998 con dos goles en la final de su estrella y símbolo, Zinedine Zidane, también migrante de segunda generación. Sin embargo, Laurent Fabius habló de Lilian Thuram y no de él. Y es que Zidane, de origen argelino, es blanco.

Si quieres saber más de este apasionante tema puedes inscribirte, si no lo has hecho ya, en nuestro curso de Psicología de la Migración Mentes Migrantes.
Y si os interesa el tema de les banlieues os recomendamos la película Les Misérables (2019), que refleja con crudeza la realidad de la vida en estos suburbios.