En abril de 2022, justo un día después de cumplir 40 años, dejé Londres después de 12 años y medio allí.
Me fui de España en 2009 por decisión propia y no empujada por la crisis. Siempre había tenido claro que quería vivir fuera al acabar la Universidad y mejorar mi inglés. Como muchos, la idea era pasar un año en Londres y luego volver a casa.
Llegué para trabajar de auxiliar de conversación en una escuela, y recuerdo muy bien esos primeros días y la emoción de estar viviendo en una de las capitales del mundo. Me adapté muy bien; ya había vivido en Finlandia durante mi Erasmus, y había pasado veranos en Inglaterra e Irlanda. Además, la idea de conocer gente de otros países y culturas siempre me había atraído mucho.
Creo que lo más difícil fue aceptar que el sol no se deja ver mucho por Inglaterra. Durante mis primeros años, me daba “bajón” volver a Londres después de pasar unos días en Valencia en verano. Normalmente me iba de aquí con sol radiante y llegaba allí con cielos grises esperándome. No obstante, conforme pasaron los años, me fui acostumbrando y solo me veía volviendo a España a vivir cuando me jubilase.
Pero en 2020 llegó el COVID-19. A raíz de la pandemia pasé bastante tiempo en casa de mis padres ya que podía teletrabajar desde aquí. Me acostumbré a estar cerca de ellos de nuevo y al buen tiempo, y me di cuenta de que ya no me iba a conformar con las cuatro visitas al año a casa que solía hacer antes del COVID. Por ello, a finales de 2020 empecé a pensar en opciones para volver. Una de ellas era plantear en mi empresa que me dejasen trabajar desde España de forma permanente. Aun así, sabía que lo más probable era que me dijesen que no, y por eso pensé en un Plan B.
En septiembre de 2021 comencé el máster de profesorado para poder dar clases de inglés en secundaria en España, y decidí que dejaría Londres cuando tuviese que empezar las prácticas aquí. Como esperaba, en mi trabajo me dijeron que no al trabajo en remoto. Solo me dieron permiso para hacerlo durante unos meses, por lo que a finales de junio terminé mi vinculación con ellos. Casi 4 meses desde que volví a casa, puedo decir que estoy feliz de estar de vuelta y no cambiaría nada.
Llegar hasta aquí no fue fácil. A principios de año llegó el momento de empezar a hacer realidad la decisión que había tomado, y tuve momentos complicados en los que me planteé tirar la toalla y quedarme allí. Después de todo, tenía mi vida hecha en Londres: buen trabajo, piso y amigos. Me costó, pero después de estar dándole vueltas varios días y recordarme a mí misma los motivos por los que quería volver, al final dije que dejaba el piso y en el trabajo que volvía a España. Despedirme poco a poco de todos los rincones que me traían tantos recuerdos me produjo mucha tristeza, y hubo bastantes lágrimas durante mis últimos meses allí. Sin embargo, el proceso de adaptación al volver fue bastante bien. El haber pasado muchos meses aquí durante la pandemia hizo las cosas más fáciles y, aunque echo de menos a mis amigos y de vez en cuando siento nostalgia, no querría volver a la vida que tenía en Londres.
Ahora mismo no estoy trabajando, pues mi idea era preparar oposiciones si en mi empresa me decían que no a trabajar desde España. Me he tomado el verano como descanso hasta septiembre, por lo que estoy teniendo bastante tiempo para reflexionar sobre la decisión que tomé de volver a casa. Estoy muy contenta con la experiencia que viví en Londres, tanto a nivel personal como laboral, y lo recomiendo a todo el mundo. Quizás también recomendaría tener en mente un plazo para volver a casa, porque en mi caso siento que la idea de regresar siempre estaba ahí, pero pasaron los años y no hice mucho al respecto. No obstante, a pesar de esto, también siento que volví en el momento que era adecuado para mí a nivel personal y en el que me veía capaz de dejar mi vida de Londres atrás y empezar una nueva en España.