En 2016, escribí por primera vez en Volvemos.org, hablando de las complejidades de la experiencia migratoria. Tres años después, tras varias publicaciones y entrevistas en distintos medios de comunicación, el concepto de duelo migratorio sigue suscitando mucho interés pero también muchas dudas. Es por ello que he decidido escribir este artículo, basado en los trabajos de Joseba Achotegui y Valentín González Calvo y en su aplicación a mi práctica clínica.
¿A qué llamamos duelo en psicología?
En el lenguaje popular el duelo está asociado a la muerte, pero en psicología el duelo está relacionado con la pérdida.
Como estamos vivos, estamos constantemente ganando y perdiendo cosas, así que estamos constantemente haciendo duelos. La muerte de un ser querido es una de las pérdidas más dolorosas pero hay muchas más pérdidas que nos hacen sufrir, la pérdida de un trabajo, la ruptura con la pareja,
Entonces, ¿qué es el duelo migratorio?
Podríamos decir que es el proceso de elaboración de las pérdidas asociadas a la experiencia migratoria.
¿Qué pierden los que emigran?
Las principales pérdidas asociadas a la migración son: la lengua, la cultura, la familia y los amigos, el estatus, el contacto con el grupo étnico y la tierra.
Perder la lengua: perder la lengua implica en algunos casos la frustración de no poder expresarse como a uno le gustaría en otro idioma, lo que a menudo conlleva sentimientos de inseguridad y vergüenza. Incluso en el caso de los que dominan la lengua, hay algunos aspectos como el sentido del humor o el uso del lenguaje, que se pierden en un idioma extranjero.
Perder la familia y amigos: no tenerlos cerca implica en sí mismo un sufrimiento, que además nos expone a ciertos riesgos como la soledad, o en el caso de las mujeres al aumento de la vulnerabilidad a sufrir violencia de género.
Perder el grupo de pertenencia/referencia: aunque Achotegui y González Calvo hablen de la pérdida del grupo étnico, en el caso de los españoles que viven en el extranjero creo que es más correcto hablar de la pérdida del grupo de referencia o de pertenencia. La identidad es una gran paradoja, es aquello que nos hace al mismo tiempo iguales y diferentes a otras personas. Con la migración la sensación de ser diferentes se agranda y el equilibrio entre la similitud y la diferencia se rompe. En algún momento de la experiencia migratoria, el inmigrante se da cuenta de que por muy integrado que esté, siempre será extranjero, siempre será distinto y este sentimiento le hace sufrir incluso cuando eso no implique problemas xenófobos.
Perder la cultura: quien se marcha pierde los referentes culturales, que implican normas de conducta, sonidos, olores, sabores, una manera de pensar y de sentir colectiva que les ha acompañado durante la mayor parte de su vida.
Perder el estatus: en muchos casos quien emigra comienza realizando trabajos de menor cualificación que los nativos, pero incluso aunque no se dé esa circunstancia, el ser extranjero, la falta de dominio del idioma o el acento, suelen conllevar una pérdida de estatus.
La tierra: el duelo por la tierra es el duelo por los paisajes y el clima. A algunas personas les parece naíf, pero no hay como releer a Machado, a Lorca o a Alberti para comprender de qué estamos hablando.
¿En qué se diferencia el duelo migratorio de otros duelos?
En que se trata de un duelo parcial, recurrente y múltiple.
Decimos que es un duelo parcial porque siempre existe la posibilidad de volver. Cuando muere un ser querido, no hay posibilidad de reencontrarse con él, la pérdida es absoluta. En el caso de la migración, siempre existe la posibilidad de volver, porque lo que perdemos no desaparece.
Decimos que es un duelo recurrente porque se activa cada vez que volvemos a España, por eso muchas personas se sienten tristes y apáticas después de unas vacaciones en España. No solo las visitas reactivan el duelo, a veces una conversación por skype o una visita a Instagram bastan para reactivarlo.
Decimos que es un duelo múltiple porque como comentaba anteriormente hay muchas cosas que perdemos cuando emigramos.
¿Cuáles son los signos del duelo migratorio?
Me refiero a signos y no a síntomas porque el duelo no es una enfermedad, no es una patología, sólo en ciertas circunstancias las personas necesitan apoyo psicológico para afrontar los duelos.
Sentimientos de ansiedad, irritabilidad y/o tristeza que tienen lugar incluso en momentos en que la persona ha conseguido las metas que buscaba en el país de acogida.
Somatizaciones como la sensación de tener algo atascado en la garganta, dolores de estómago, de espalda o de cabeza.
Dificultades asociadas la identidad y la autoestima: cuando el migrante llega al país de acogida, es frecuente que no preste gran atención a los sentimientos de tristeza por las pérdidas de vivir fuera de España, o que incluso las niegue. Es habitual que idealice la cultura de acogida e infravalore España. La razón es sencilla, es más fácil adaptarse a un nuevo país si pensamos que éste es maravilloso y dejar el nuestro si nos convencemos de que no tiene nada que ofrecernos. Hay incluso personas que se avergüenzan de ser españoles, lo que a la larga será un problema para su autoestima porque lo quieran o no son y seguirán siendo españoles.
Con el tiempo estos sentimientos evolucionan hacia posiciones ambivalentes tanto hacia España como hacia el país de acogida, lo que muchos españoles describen como “vivir en una especie de limbo identitario”.
Paralización del proyecto de vida y dificultad para tomar decisiones: ante la indecisión de quedarse o regresar, muchas personas demoran otras decisiones como la de comprometerse con una pareja, tener hijos o prosperar profesionalmente.
Sensación de estar atrapado en el extranjero, con la desesperanza que este sentimiento conlleva, aun cuando en el caso de los españoles que viven fuera esto casi nunca es así.
Aparecen también o se agravan los sentimientos de culpa por las personas que se han dejado en España, la preocupación de haber abandonado a los padres y qué será de estos si no vuelven
Celia Arroyo es psicóloga especializada en duelo migratorio, fundadora de Augesis y forma parte del equipo de acompañamiento emocional de Volvemos.