Generalmente, el mes de septiembre está marcado en nuestros calendarios por el fin de las vacaciones y la vuelta al trabajo. En el caso de los emigrantes, el fin del período estival también significa finalizar unos días de asueto en el país de origen con los seres queridos y la vuelta a una rutina laboral en el país de acogida, con las dificultades añadidas que eso conlleva.
El retorno al trabajo tiene unas complejidades determinadas que, si se complican, pueden llevar a un malestar emocional prolongado, derivando en situaciones como ansiedad o depresión. Es interesante por tanto analizarlo desde un punto de vista psicológico.
Sergio Delgado es psicólogo experto en terapia sistémica con más de 20 años de experiencia y colaborador de nuestro servicio de acompañamiento psicológico. Ha trabajado en centros y comunidades terapéuticas de menores y adultos como Proyecto Hombre y en 2013 fundó Psicología en Red, un portal de referencia que gestiona consultas psicológicas online. Vivió en Italia y en Guatemala, ha colaborado con blogs y revistas digitales especializadas para migrantes y ha escrito, junto a Javier Arza y a Adrian Jedrzejczak, La Guía Psicológica para Emigrantes, donde entre otros aspectos trata la vuelta al trabajo después de las vacaciones.
El síndrome postvacacional y las emociones negativas
“El síndrome postvacacional es un trastorno adaptativo a la vuelta de la actividad laboral diaria después de un periodo vacacional. Puede provocar en la persona ansiedad, irritabilidad, tristeza o desánimo, agotamiento, falta de interés por las actividades o momentos de evasión”, afirma Sergio.
Necesitar unos días de adaptación después de las vacaciones es completamente normal, y sentir algunas molestias es algo muy común. El problema es cuando la persona llega a sufrir, como indica Sergio, “estados de ánimos muy negativos (sobre todo ansiedad y depresión) durante un periodo largo de tiempo (más de tres meses de forma continuada) que impiden a la persona tener una vida satisfactoria.” Añade que “si perduran en el tiempo sería necesario que la persona consulte con un profesional”.
Si esto sucede, el psicólogo anima a que analicemos qué nos lleva a padecer estos síntomas. “La mente suele responder a esos periodos de insatisfacción laboral con evasión vía fantasía o inconsciencia, dejando de estar presente en la actividad, dejando de ser consciente de lo que hace, por lo que a su vez se entra en círculo vicioso de insatisfacción”, comenta Sergio.
Un duelo recurrente para los emigrantes
Para muchos emigrantes, el fin del periodo vacacional puede suponer un duelo, ya que implica marchar de nuevo del contexto vital de origen y volver a otro ambiente algo más hostil e incómodo. “Esa separación del contexto de origen lo que produce es una pérdida vital con su correspondiente duelo”, dice Sergio. Esto derivará a dificultades para aceptar la realidad que estamos viviendo y complicaciones en la adaptación al nuevo contexto. “En estos momentos nuestra mente nos avisa en forma de emociones negativas como son la ansiedad, la tristeza, la frustración”, remata.
Sin olvidar que volver al lugar de origen durante las vacaciones, es decir, en un periodo corto y sin rutina aparente, no es lo mismo que retornar al país de origen de manera definitiva. Sergio señala que durante las vacaciones la persona migrante suele tener un idilio, en el que se viven reencuentros, alegría y satisfacción, marcado por la falta de conflictos. Por tanto “si la persona no está del todo bien en el nuevo contexto (en el país receptor) idealizará, recordará y añorará aquello que nuevamente ha dejado atrás. En esa idealización hace que surja un nuevo duelo, como si fuera una doble pérdida”, afirma Sergio.
Algunas recomendaciones
Sergio cierra su análisis sobre la vuelta a la rutina en la Guía Psicológica para Emigrantes con recomendaciones para lidiar con ella, como son: tener motivaciones intrínsecas para volver al trabajo, convertir conceptos como “obligación” por “responsabilidad”, reflexionar sobre nuestro concepto de “libertad” y cómo condiciona nuestras acciones, entender que el contexto que dejamos (el de las vacaciones) no es del todo real, y que si retornamos definitivamente nos encontraríamos con nuevos conflictos en nuestro lugar de origen. Por último, Sergio recomienda “escuchar a nuestra mente-cuerpo, ser conscientes de lo que nos está diciendo, de esas emociones negativas, que muchas veces desoímos”.
Los sentimientos negativos son naturales cuando se acaban las vacaciones y volvemos a la rutina, no hay ningún problema en asumirlos y pasar por ellos. El problema viene cuando se alargan en el tiempo y condicionan nuestra vida diaria. Para evitar esas situaciones, escuchémonos a nosotros mismos y cuidémonos acudiendo a un profesional siempre que sea necesario.