El viaje del emigrante

9 Feb 2022
Cristina Navas
Entender el proceso migratorio para poder atender a los emigrantes

Emigrar es emprender un viaje. A veces un viaje de meses, otras de años. En ocasiones se convierte en un viaje sin retorno. Cada viaje es único, pero hay momentos comunes para todas las personas que lo realizan. Es lo que llamamos en Volvemos el viaje del emigrante e incluye las etapas que recogemos en este post.

En estos seis años de trabajo nos hemos encontrado en muchas ocasiones con discursos simplistas sobre la emigración que no tienen en cuenta la complejidad de cada etapa y cómo afecta una experiencia migratoria en los planos personal y profesional. Comentarios vacíos sobre lo fácil que es regresar o la visión idealizada de la emigración que distorsionan la realidad y que dificultan la creación de políticas públicas para atender a este colectivo por considerar que no necesitan ayuda.

Para hacer frente a esta visión distorsionada de la emigración hemos detallado el viaje del emigrante con cada una de las etapas y sus claves. Este es nuestro referente para prestar nuestros servicios a emigrantes, Administraciones Públicas y empresas. A estas dos últimas trabajando especialmente la sensibilización y la concienciación, para que sean capaces de dimensionar las implicaciones de emigrar y retornar.

1. Planteamiento de emigración

Muchas personas han fantaseado alguna vez con vivir en otro país, en dejarlo todo atrás y empezar de nuevo, vivir nuevas experiencias, salir de la zona de confort y encontrarse a sí mismos. El simple hecho de plantearlo es estimulante. Cuando alguien se plantea esto, experimenta miedo e ilusión. Busca información para decidir adónde ir, qué posibilidades laborales hay, si conoce gente allí, qué recursos económicos necesita, etc.

La decisión de emigrar puede ser voluntaria (por ese deseo de vivir nuevas experiencias y desarrollarse a nivel profesional y personal), pero también forzada (provocada por la falta de oportunidades, crisis económicas, etc.).

Sea cual sea el motivo, esta primera fase concluye con la toma de la decisión de emigrar.

2. Proceso de salida

Una vez tomada la decisión, comienza el proceso de salida. Se marca en rojo en el calendario la fecha de ida, se compran los billetes de avión y se cierran los asuntos pendientes en casa: la finalización de un contrato de trabajo o de estudios, la salida de la vivienda. Pero también cuestiones más personales relacionadas con familiares y amigos.

3. Emigración

En este momento, sin apenas ser consciente de ello, la persona se ha convertido en emigrante. Una nueva condición, hasta entonces desconocida, de la que ni se intuyen las consecuencias. 

Establecerse en una ciudad desconocida (sin arraigo familiar, en ocasiones incluso sin trabajo y/o sin el dominio del idioma) es un proceso difícil. Es al mismo tiempo algo que fortalece a la persona, la hace crecer y hacer cosas para las que no se creía capacitada. Este proceso de adaptación y su duración varían entre cada persona, sus circunstancias y el lugar al que haya emigrado, pero no deja indiferente a nadie.

Poco a poco, tras esta adaptación, comienza un nuevo momento dentro de la emigración, el del arraigo. Se empiezan a establecer lazos con la ciudad de acogida, se crean nuevas relaciones personales y cada vez se está más cómodo con la cultura y el idioma.

Ese proceso de arraigo requiere de un gran esfuerzo por parte del emigrante, que debe integrarse en un lugar diferente al suyo, estudiar el idioma, adoptar las costumbres y trabajar en entornos laborales desconocidos. Esta dedicación tiene implícita una derivada negativa, que es la desvinculación con el lugar de origen. El contacto con amigos y famialiares es menos intenso y el desconocimiento de lo que sucede en el territorio es mayor. No se disfruta de la cultura, no se conoce qué sucede en el día a día y se produce una ruptura física y emocional. Se produce entonces un duelo migratorio, el proceso de elaboración de las pérdidas asociadas a la experiencia migratoria.

4. Planteamiento de retorno

El vínculo con el lugar de acogida es cada vez más fuerte. Mientras, el hogar, el lugar de origen, se percibe como algo difuso. 

Muchos emigrantes, pese a haber construido una vida satisfactoria en el extranjero, con trabajos donde son reconocidos y una vida personal plena, sienten que ese no es el lugar en el que quieren estar. Algunos se marcharon pensando que algún día volverían, pero no ven ese momento llegar. Otros, aunque no se planteaban algo así, sienten la necesidad. 

En este momento surge el plantemiento de retorno. Este es un punto de inflexión en el proceso migratorio donde asaltan dudas sobre el futuro a medio y largo plazo y donde se plantea por primera vez la posibilidad de desmontar la vida construida en el extranjero frente a la incertidumbre de volver.

En este momento se inicia la búsqueda de empleo en España, se tratan de retomar contactos perdidos, se busca un encaje pareja e hijos (en caso de tenerlos), etc.

5. Proceso de retorno

Con la decisión de volver tomada, se inicia el proceso de retorno. Volver implica una segunda emigración. Significa dejar atrás lo construido en el extranjero y saltar, de nuevo, al vacío. 

El retorno se produce por diferentes razones. Es posible que la persona o su pareja encuentre empleo en España, lo que precipita el traslado. En otros casos, la enfermedad de un familiar o la del propio emigrante, el nacimiento de nuevos miembros a la familia también aceleran el proceso. Algunas personas deciden volver sin empleo y buscarlo desde España.

En nuestra experiencia ayudando a emigrantes a regresar hemos visto situaciones muy diferentes que pueden alterar la duración de esta etapa. En general, el tiempo que abarca este proceso es de entre seis meses y un año. Esto depende de las circunstancias de cada persona, porque no es lo mismo volver solo que con familia, o por las diferentes oportunidades laborales de cada sector profesional.

Cuando la fecha de retorno está decida, aparecen nuevas dudas relacionadas, en esta ocasión, con los trámites relacionados con el retorno. Estos trámites son necesarios para cerrar la etapa en el país de acogida y establecerse en España según la legislación de cada país y abarcan cuestiones sobre fiscalidad, seguridad social, educación o vivienda entre otros. No hacerlos puede conllevar en ocasiones sanciones económicas o la pérdida del derecho a prestaciones, de ahí su importancia. 

El proceso de retorno obliga a cerrar la etapa fuera y abrir una nueva al volver que conlleva un proceso de readaptación.

6. Readaptación

La readaptación es la última fase del viaje del emigrante. Aquí el emigrante retornado tiene que buscar su sitio en la sociedad y la de su familia, si vuelve con ella, tanto a nivel laboral como a nivel social y emocional en el largo plazo.

Muchas personas sienten un deseo intenso de regresar y tienen expectativas altas. Sin embargo, al volver, se dan cuenta de que el hogar que dejaron años atrás ya no es el mismo, que sus amigos han evolucionado, que sus padres no les entienden y que ellos mismos traen consigo una experiencia que no es entendida o compartida por las personas que se quedaron en el territorio.

Además, volver y dejar atrás lo vivido fuera implica una pérdida, un duelo relacionado con la pérdida del sentimiento de libertad, de poder adquisitivo, de las relaciones que se hicieron en el país de acogida.

Es en este momento donde surge el choque cultural inverso, término que hace referencia a las dificultades emocionales que acompañan a los emigrantes que deciden retornar. 

El viaje no siempre es lineal

Aunque estas seis son las etapas del viaje del emigrante, el proceso migratorio no es siempre lineal y pueden haber alteraciones:

  • Personas que se plantean emigrar pero finalmente no lo hacen.
  • Personas que retornan, se plantean emigrar de nuevo y terminan haciéndolo.
  • Personas que se plantean retornar pero no pueden hacerlo por la dificultad de trasladar a toda su familia o por la falta de oportunidades laborales entre otros.

Entender el viaje del emigrante

El viaje del emigrante es complejo y tiene una carga emocional muy fuerte en cada una de las etapas: miedo, ilusión, alegría, tristeza, nostalgia, rabia, decepción, resignación o rebeldía son algunas de las emociones más identificadas por emigrantes y retornados. 

Entender la complejidad de este proceso es básico para entender las necesidades de estas personas y poder ayudarlas en cada uno de los momentos. Por eso, una parte importante de nuestro trabajo con empresas y Administraciones Públicas es sensibilizar y concienciar a estas entidades. También lo es ofrecer servicios a nuestra comunidad que den respuesta a cada problemática, a través de nuestros servicios de acompañamiento psicológico, orientación laboral y resolución de consultas administrativas.