En Volvemos llevamos seis años ayudando a emigrantes y retornados en su proceso migratorio. En este tiempo hemos comprobado la importancia de atender la salud mental de las personas que emigran y las patologías asociadas a la migración (duelo migratorio y choque cultural inverso). Es por ello que uno de los servicios que ofrecemos es el de apoyo psicológico.
Cuando estamos en consulta, tanto mis compañeros como yo, dedicamos gran parte de la sesión a hablar de los familiares de nuestros pacientes. En general, reconocen echarlos de menos y la tristeza de imaginar que se hacen mayores y que están lejos para cuidarlos. Asumen la culpa de haberlos dejado atrás y cargan con la responsabilidad de su bienestar.
Gracias a estas sesiones hemos caído en la cuenta de que en todos estos años nos hemos olvidado de las familias de los emigrantes, pese a que son una parte fundamental y presente en toda la experiencia migratoria. Y hemos decidido enmendar nuestro error.
El papel de la familia durante la emigración
La cultura española es familiar. Padres y madres, hermanos, abuelos, tíos, sobrinos o primos; todos ellos están muy presentes en nuestras vidas, y nosotros en las suyas.
Cuando una persona emigra rompe irremediablemente ese vínculo tal y como lo conocía. Las relaciones familiares, que se han construido durante años, se enfrentan de repente a la distancia. Una distancia física, pero también emocional, porque en el momento en que un emigrante pone un pie en su nuevo hogar, los ritmos, las experiencias y las necesidades cambian:
Por un lado está la experiencia de la persona que emigra. Establecerse en un lugar desconocido (sin arraigo familiar, en ocasiones incluso sin trabajo o sin el dominio del idioma) es un proceso difícil. Es al mismo tiempo algo que fortalece a la persona, la hace crecer y enfrentarse a retos para las que no se creía capacitada. Es un momento de cambio, excitante y estresante, que se vive lejos de la familia, la cual no experimenta esas vivencias y no las entiende. Se produce entonces un desajuste en la comunicación. La persona que emigra no comparte experiencias con su familia por miedo a preocuparla o porque piensa que no lo va a entender.
Por otro lado está la experiencia de los que se quedan. La preocupación porque quien se ha marchado esté bien acompaña siempre a los familiares. Ellos se muestran atentos y dispuestos a ayudar, aunque las limitaciones son obvias. Muchas veces no entienden lo que sucede fuera, y no es su culpa. Simplemente no lo han vivido. Al mismo tiempo tienen una vida que vivir aunque un miembro de la familia no esté presente, por lo que deben atender a su propia realidad. Una realidad que también quieren compartir con los que no están, aunque no siempre sea posible.
¿Y qué sucede cuando el emigrante regresa a casa? El imaginario colectivo de los emigrantes y sus familias supone que al regresar todo estará bien. Pero las expectativas son tan altas que no suelen cumplirse. Las personas que deciden regresar señalan que el motivo principal para hacerlo es estar cerca de su familia, pero eso supone hacer frente a un nuevo proceso de adaptación con el que no contaban. Las diferencias que se han establecido entre ambas partes durante la experiencia migratoria tienen entonces que convivir. Si tú has retornado y lo has experimentado así, piensa que para tu familia también es un proceso de adaptación a la persona que regresa, tan diferente a la que se fue.
Cuando en Volvemos realizamos la investigación para el diseño del Plan de Retorno a España (septiembre de 2018) preguntamos a emigrantes y retornados los motivos para retornar, siendo el principal estar cerca de sus familiares, con una diferencia significativa respecto al resto de motivos:
Investigación Plan de Retorno a España.
¿Por qué entonces resulta tan difícil esa adaptación? Ese desencuentro familiar debe abordarse con la importancia que merece. Todos los integrantes de la familia deben hacer un esfuerzo por reconocer y aceptar a las nuevas personas que se encuentran, entender su situación y sus motivaciones, y construir una nueva relación a partir de ese punto.
El duelo migratorio de las familias
Se conoce como nido vacío a la sensación de soledad que experimentan los padres cuando sus hijos se independizan. Este fenómeno suele venir acompañado de sentimientos de tristeza, vacío, aburrimiento y falta de motivación. Sentimientos que se agudizan cuando los hijos se marchan al extranjero. Vuelan mucho más lejos de lo que nunca se habían imaginado.
¿Qué sienten un padre y una madre cuando su hijo les comunica que se va a vivir a otro país? ¿Cómo viven su día a día a partir de ese momento? ¿Cómo gestionan emocionalmente el hecho de que pasen los años y siga fuera? ¿Qué sienten al saber que van a ser abuelos y no van a disfrutar de sus nietos tanto como les gustaría? ¿Qué hacen si al hablar con su hijo este les cuenta un problema o una mala experiencia?
"Es complicado, la familia es la familia y lo pasas mal. Que los domingos no venga a comer. Saber que está mal y te necesita y no puedes acudir rápido".
Ante esta realidad, es necesario que atendamos también a las familias de los emigrantes. La importancia de la familia en el proceso migratorio y en el bienestar de emigrantes y retornados ha hecho que queramos darles voz y visibilizar sus experiencias. Para ello estamos realizando entrevistas a familiares (por el momento a padres, madres y hermanos) que han compartido con nosotros su realidad. Al hacerlas, confirmamos lo que ya imaginábamos: los familiares que se quedan en el país de origen sufren y sienten tristeza, pena por verlos marchar y angustia por no saber si van a regresar. En ocasiones llegan incluso a desarrollar ansiedad o depresión.
Qué vamos a hacer desde Volvemos para atender a las familias de emigrantes
Como hemos hecho siempre con los emigrantes, queremos conocer de primera mano las historias de las familias, cómo se sienten, los problemas a los que se enfrentan, etcétera. Por eso el primer paso es realizar entrevistas a familiares donde puedan contar en primera persona su experiencia. Ya hemos realizado algunas, pero desde aquí nos gustaría hacer un llamamiento a otras personas para que compartan su propia visión. Por eso, si eres familiar de una persona que ha emigrado y estás leyendo esto, o bien eres emigrante y crees que podría ser interesante para un familiar tuyo participar, te invitamos a que contactes con nosotros para hacerlo.
Tras este trabajo de entrevistas prepararemos diferentes materiales de comunicación para compartir las conclusiones de este estudio y dar visibilidad a las familias. Con ello queremos mostrar también a los y las emigrantes cómo se vive la emigración desde el lado de los que se quedan.
Igualmente, ponemos a disposición de las familias nuestro servicio de apoyo psicológico, para que aquellas personas que lo deseen puedan compartir su experencia con una persona de nuestro equipo de psicólogos/as.