Las personas migrantes pueden experimentar retos emocionales complejos asociados a su experiencia en el extranjero. No es alarmante sentir a veces tristeza, soledad y culpabilidad durante la migración, pero, si estas emociones se agudizan, se vuelven recurrentes o derivan en trastornos psicosomáticos como insomnio, falta de apetito o dolores de cabeza, debemos monitorizarlas y vigilarlas. Si estamos experimentando estas sensaciones, es posible que nos encontremos sufriendo lo que la psicología ha denominado Síndrome de Ulises.
El Síndrome de Ulises toma su nombre del protagonista de la Ilíada, la poesía de Homero que narra el larguísimo viaje que emprendió Ulises después de la Guerra de Troya. Su periplo hasta Ítaca, el hogar donde le esperaba su familia, duró 10 años y estuvo plagado de desventuras y penalidades.
El nombre fue acuñado en 2002 por el psiquiatra Joseba Achotegui, que lo define de la siguiente manera: “El Síndrome de Ulises o síndrome del emigrante con estrés crónico y múltiple es un cuadro de duelo migratorio extremo, no un trastorno mental, que aparece en los inmigrantes que viven situaciones muy adversas (soledad, exclusión, miedo e indefensión)”.
Aunque es más común en colectivos migrantes que han pasado por estrés post-traumático al experimentar travesías conflictivas o peligrosas, como los inmigrantes ilegales o los refugiados, también puede existir en otros tipos de migración que hayan sufrido experiencias estresantes o problemáticas.
El concepto Síndrome de Ulises se acuñó hace apenas 20 años y se ha ido popularizando durante estas últimas dos décadas. Es un término reciente, que nos remite a una aproximación de la salud mental hacia el área migratoria.
Causas y síntomas del síndrome de Ulises
Ya entendemos que el Síndrome de Ulises es un concepto contemporáneo con el que convivimos, por lo que es probable que identifiquemos sus señales. Sus síntomas son similares a otras vivencias emocionales propias de la experiencia migratoria que hemos analizado anteriormente en nuestro blog, como el choque cultural inverso o el duelo migratorio. Esto es, tristeza, ansiedad, fatiga, envejecimiento prematuro o fallos en la memoria y en la atención.
Se puede desarrollar cuando vivimos situaciones de carencia, de inestabilidad o de terror con sentimientos como soledad, el miedo a ciertas situaciones, los bloqueos o la imposibilidad de integrarse en el país de acogida. También en situaciones donde nuestras habilidades o carrera profesional no se valoran como merecen, lo que genera un daño a nuestra autoestima.
El psicólogo Sergio Delgado analiza este Síndrome en la Guía Psicológica para Emigrantes que publicaron desde Psicología en Red y hace la siguiente reflexión sobre sus causas: “Antes de la salida, la persona puede sentir sentimiento de pérdida de identidad (sobre todo cuando se está muy ligado al lugar de origen), sentimiento de culpabilidad por irse (dejando atrás personas muy cercanas), un posible sentimiento de fracaso o de verse de forma negativa si se compara con las personas que se quedan y, por último, puede sentir temor a un futuro retorno, pensando que posiblemente pierda el contacto y la relación con sus seres queridos.”
Regina Royuela, psicóloga especialista en terapia sistémica y parte de nuestro equipo de psicólogos especializados en acompañamiento migratorio, comenta que “este síndrome no puede considerarse en sí mismo como un trastorno mental”, a diferencia de la depresión, sin embargo, sí lo identifica como “un duelo extremo, en donde la situación supera la capacidad de adaptación de la persona lo que dificulta la elaboración del mismo”. Añade además que se puede cronificar, “de ahí que también se conozca a este síndrome como Síndrome del emigrante con estrés crónico y múltiple”.
Prevención del Síndrome de Ulises
Royuela advierte que el Síndrome de Ulises nos afecta cuando iniciamos un proceso migratorio complicado y lleno de retos arrastrando cargas psicológicas que dificultan la experiencia. Para evitar su aparición o minimizar sus síntomas, recomienda “dejar cerrados aspectos y personas en el país de origen, entender que la migración es un proceso constante de ganancias y pérdidas, trabajando en la reorganización interna y elaborando los duelos necesarios, no depositar excesivas expectativas en la experiencia migratoria, expresar cómo no sentimos en cada momento, hablar con personas que hayan vivido procesos migratorios similares y, si fuese necesario, solicitar ayuda de un profesional.”
Y si sentimos que estamos experimentando el Síndrome de Ulises, Sergio Delgado cree que puede ser una buena oportunidad para escuchar las necesidades de nuestra mente y acudir a terapia. “Estos síntomas aparecen cuando la situación para la persona la desborda (…). Este es el momento de plantearse nuevas formas de verse a sí mismo y lo que se tiene alrededor. Para ello nos podemos fijar en los recursos psicológicos que se proponen desde los procesos terapéuticos”, comenta en la Guía Psicológica para Emigrantes.
En conclusión, el Síndrome de Ulises es un duelo migratorio extremado a causa de una situación de gran estrés, pero no llega a ser una patología mental. Si estamos pasando por ello, lo esencial es identificarlo y hablar con un profesional de la psicología, que nos ayudará a entender las causas que nos han llevado a esta situación y a minimizar sus consecuencias.
Si estás pensando en acudir a un psicoterapeuta debido a que estás pasando por un momento delicado, en Volvemos tenemos a tu disposición un servicio de acompañamiento psicológico especializado en tratar retos emocionales vinculados a la experiencia migratoria.